"¿Qué es un espíritu cultivado? Es el que puede mirar las cosas desde muchos puntos de vista." Henry F. Amiel

Paloma Moreno

Un árbol es un enorme misterio, un ser extraordinario que puede causar en nosotros sensaciones muy distintas. Un mismo árbol puede ser para cada persona una cosa diferente, aunque su definición científica siempre sea la misma. Pienso que la ciencia nos sirve de bastante poco para realmente conocer a un árbol, la ciencia no nos puede aportar nada más allá de su definición científica pero, sin embargo, un árbol puede llegar a ser un ser magnífico o por el contrario algo terrorífico para algunas personas. Por ejemplo, aquel árbol de aquella plaza puede ser para alguien el árbol más bonito que exista, porque hay fue donde conoció a su gran amor, pero sin embargo ese mismo árbol para otra persona, puede ser el más horroroso que exista porque allí se mató su padre. Ambas personas cuando ven ese árbol sienten escalofríos, ¿cómo puede un árbol causar escalofríos? y ¿cómo explica eso la ciencia? No, realmente la ciencia no puede explicar eso hoy en día, mientras que la filosofía y la poesía pueden explicarlo fácilmente, sin ningún tipo de problema. Lo que quiero decir es que realmente la ciencia de poco sirve en cosas sentimentales. Para llegar a conocer realmente a un árbol necesitamos movernos, investigar, estudiar varios campos como son la ciencia, la filosofía y sobre todo sentirlos, alguien que jamás ha estado en contacto con árboles, que no ha vivido momentos junto a él, raramente podrá llegar a saber que es un árbol, raramente llegará a conocer la verdad del árbol, mientras que alguien que haya tenido bastante contacto con los árboles, que haya vivido grandes momentos y experiencias inolvidables junto a ellos, seguramente llegará a conocer al árbol mucho mejor que cualquier científico, aunque no tenga ni idea de la ciencia y no sepa nada del árbol científicamente.
Pienso que los árboles siguen un modelo de vida que todos deberíamos escoger, pienso que deberíamos aprender de ellos y que realmente los árboles nos están dando una lección. Ellos expresan sus sentimientos, a veces se le caen sus hojas, otras veces se le ponen más verdes, a veces tienen sed y sus hojas se empiezan a secar, pero realmente los árboles son seres muy nobles, muchísimo más que cualquier persona, son seres que a pesar de que a veces estén tristes, luchan por seguir adelante, buscan sus nutrientes necesarios para no morir. Ellos inspiran una sensación de bondad, fortaleza y sobre todo una gran sensación de fuerza, como si nos quisieran decir, que a pesar de todos nuestros problemas debemos de ser fuertes ante ellos, que todo lo malo poco a poco pasa y que esos problemas no nos tienen que servir para hundirnos, sino para hacernos más fuertes, para que de cada problemas aprendamos algo. Como lo hacen ellos, los árboles, ellos no se hunden, no mueren a pesar de que llegue el invierno y halla mucho frío o a pesar de que halla una mala época en la que no tengan apenas nutrientes para sobrevivir, en la que estén tristes y apenas permanezcan hojas en ellos, ellos pasan todos esos malos momentos, pero sin embargo siempre llega algo bueno después, para ellos después llega la primavera en la que se ponen todos muy felices, es su época más feliz, realmente nosotros tenemos que identificarnos con ellos, y apoyarnos siempre en que después de todo lo malo siempre va a llegar algo bueno, quizás ese algo sea demasiado bueno y compense todo lo malo, seguramente ese algo bueno nos haga prácticamente olvidar lo malo, todo lo que hayamos sufrido se ira evadiendo.
Deberíamos recapacitar más y quizás intentarnos parecer a ellos, los árboles serían incapaces de hacer daño a otro seres vivos, ya sean de su especie o no. Al contrario, los árboles acogen a otros seres vivos entre sus hojas, en su tronco, en todo el.
Por ejemplo cuando hace frió o llueve los árboles acogen a los pajarillos entre sus ramas, les dan calor y los protegen. Mientras que nosotros, ¿qué hacemos?, todo nos da igual, nos da igual matar a miles de animales para nuestro provecho, nos da igual hacerles daño, nos da igual tenerlos enjaulados para divertirnos, aún sabiendo que eso debe ser terrible, que jamás queremos que nos lo hagan a nosotros, pero nosotros se lo hacemos a ellos. ¿Por qué? Quizás porque nos creemos superiores, quizás porque nos creemos que dominamos el mundo a nuestro antojo, pero no somos superiores a nada, al contrario yo diría que somos muy inferiores a los árboles por ejemplo, ellos a pesar de no hablar y no poder moverse, saben mucho más de la vida que nosotros, saben mucho mejor como vivirla y sobre todo saben lo que esta bien y lo que esta mal, incapaces de matar, de maltratar... Y a pesar de todo, no se creen superiores a nada ni nadie. Ellos nos dan una clara lección en la vida, de la cuál hay personas que ni se percatan y tratan a los árboles como seres absurdos, inútiles y solo de decoración. Esas personas, son personas incultas, ignorantes, ignorantes de lo que nos quiere aportar un árbol verdaderamente.
Creo que después de esa gran experiencia vivida junto a mis compañeros junto a un árbol, esa experiencia en la que varios compañeros nos aportaban verdades sobre el árbol, después de eso pienso que conozco un poco mejor a los árboles, se un poco más de su verdad, algo más acerca de ellos y realmente e recapacitado mucho sobre los árboles sobre qué serán realmente y porqué están aquí. Pero al fin, creo que e llegado a una conclusión que podría ser válida y acertada, según pienso yo, y es para darnos esa gran lección de la vida, de la que todos tendríamos que aprender.

Víctor Feu

Cada ser vivo u objeto de la tierra no es más que miles de mundos vistos desde cien puntos de vista.

La conversación sobre “¿Qué es un árbol?”, más que aclarar dudas, plantea demasiados interrogantes. Mientras releía la conversación, me iba desconcertando más todavía. No era capaz de encontrar el sentido a los enlaces entre las distintas teorías. Quizá la hipótesis para conocer los objetos que nos ofrece Platón tiene un punto de vista más científico, basando todas sus afirmaciones en los datos sensoriales obtenidos del árbol, por lo que claramente busca apoyo en el Biólogo, para así sentar las bases de su teoría en la definición científica de árbol, que abarca a todos los especímenes del planeta con las mismas características. No he sido capaz de encontrar pegas a la exposición de los primeros personajes; habían descrito al árbol de una manera nada subjetiva y aplicando la relación “caso particular-definición universal” de manera prefecta.

Pero entonces entra en juego Descartes, poniendo de manifiesto la dudosa fidelidad de la visión que nos dan los sentidos del mundo y achacando esta deficiencia a un supuesto geniecillo maligno que podría vivir en nuestras cabezas incitándonos a equivocarnos a la hora de percibir las cosas, pero luego rehúsa esta idea basándose en que Dios es perfecto y es incapaz de darnos la vida para hacernos partícipes de un juego loco. Pero Descartes también ofrece los principios innatos del ser humano como manera para completar los conocimientos que tenemos sobre el árbol. A mí me cuesta creer la existencia del geniecillo maligno y la teoría de Descartes me parece demasiado basada en dogmas religiosos debido a la época en que fue concebida, pero luego aparece Kant, que en mi opinión, arroja un poco de luz sobre el asunto, tomando como ciertos los datos que obtenemos por los sentidos según Descartes, desechando los principios innatos que planteaba y ofreciendo el concepto de “la cosa en mí-la cosa en sí”, diferenciando entre lo que percibimos y lo que de veras existe.

Tras esto, aparece Heidegger, que cuestiona la autoridad de la ciencia para comprobar qué es o no verdadero, y ofreciendo lo que yo he entendido como una ampliación de la teoría de Kant, aplicando quizá los conceptos que por último hace el poeta atribuyendo el valor sentimental que pudiera tener cualquier objeto.

Por último contamos con la visión del poeta, que nos descubre otro punto de vista más sobre qué es el árbol o qué son las cosas, sin centrarse tanto en las definiciones propias del árbol como en las sensaciones que nos abarcan al mirarlo, o el escalofrío que nos recorre la espalda al entrar en contacto con la naturaleza. La visión del poeta es puramente subjetiva, nos muestra sus sentimientos en cuanto al árbol y a la vez lo define, pues, usando figuras literarias y embelleciendo el lenguaje nos habla de sus raíces como si fueran los pies de alguien o unos tentáculos. Sin duda alguna, ninguna de las definiciones aportadas anteriormente ni ningún punto de vista de los anteriores personajes que participan en la conversación podrían compararse a la definición que puede hacer un poeta de las cosas. Nadie más, excepto Heidegger, ha sido capaz de sacar el valor sentimental de las cosas, o aquello que te provocan o te hacen sentir las cosas. Sin embargo esta visión de las cosas, a pesar de que no es el punto de vista desde el cual sacamos la definición universal de todo, nos dice más acerca del autor, o acerca del propio árbol y lo que nos puede inspirar. Por ejemplo, si quisiéramos explicarle a una persona ciega cómo es un color, lo único que podríamos decir serían las sensaciones que provocan ese color.

Yo pienso que las cosas, para que podamos interactuar con ellas deben estar ahí. Ahora bien, quizá suponer eso sea demasiado precipitado. Esta idea del diálogo me hace reflexionar bastante:

“¿Se extiende el prado como vivencia en el alma o sobre la tierra?”

¿Existe todo lo que percibimos o simplemente está en nuestra cabeza? A veces simplemente me planteo si todos somos como esquizofrénicos que ven la vida como su subconsciente quiere que la vean, asignando a cada persona con la que hablamos un rol dentro de una historia inventada. Ese caso sería terrorífico ¿Somos esclavos de nosotros mismos? ¿Somos marionetas con los hilos en las manos?

En los momentos de mayor optimismo incluso soy capaz de creer que el mundo de veras existe, y que al igual que nosotros disfrutamos y sufrimos con nuestra vida, cada persona de todos los millones que pueblan el planeta está experimentando algo diferente, en un caos de pensamientos y sensaciones, y que las cosas de veras están ahí, fuera de mi mente, ocupando un lugar en el espacio, y que a mí me llega un resquicio de eso que está ahí, lo interpreto y puedo obtener mi propia visión de ello. Yo explicaría cómo son las cosas siguiendo la guía que nos propone Kant, pero con parte de los pensamientos que aporta el poeta. Personalmente, sería incapaz de dar una definición de cómo son las cosas sin incorporar algún detalle subjetivo. Por ejemplo, si tuviera que describir el árbol, extraería las informaciones obtenidas por los sentidos e intentaría diferenciar en como veo el árbol dentro de mí y cómo es realmente el árbol, o qué sentimientos provoca en mí cuando veo el color rosado de sus flores.

No todas las cosas pueden ser definidas siguiendo unos criterios científicos, de hecho, los científicos afirman que las sensaciones más fuertes, como el amor, no son más que reacciones químicas en nuestro cerebro que producen sustancias y nos guían hacia lo que nos hace sentir bien. Aun así apostaría a que ni siquiera ellos comprenden cómo es posible que se pueda enamorar la gente, una vez les haya sucedido a ellos mismos, es decir, por más que fueran capaces de explicar el suceso, no podrían explicar qué es lo que les mueve a sentirlo o cómo lo sienten.

Cada árbol, cada estrella, cada color, o cada relación entre dos personas tienen matices que hacen que sean únicos y a la vez indefinibles. En cierto momento dado podrías decir que una estrella es roja, pero tal vez, en otras circunstancias astrales, se vuelva verde. También podemos decir que por algunas personas sientes amor un día, y al día siguiente la odias, o simplemente eres incapaz de definir qué tipo de relación os une o que sientes en torno a ello.

¿Las cosas son las mismas en mí y en sí? Soy incapaz de responder a esa pregunta, si el mundo es diferente a como se me presenta yo no lo puedo saber. ¿La realidad del mundo es cómo lo veo yo o cómo lo ve un perro?

¿Qué son las cosas? ¿Y qué somos nosotros? ¿De verdad formamos parte de un mundo del que no podemos obtener toda la información que nos gustaría? Si el mundo de verdad existe y está ahí fuera, deberíamos percatarnos de por qué y cómo ocurre todo, pensando, claro está, y reflexionando, pero también viviendo y sintiendo las cosas, para descubrir cómo son las cosas para mí y qué me hacen sentir, porque quizá nunca llegaré a saber cómo son en realidad.

Patricia Márquez

                                                                                                       (REDACCIÓN SELECCIONADA)

Creo, que como cualquier cosa que intentásemos describir a través de nuestros ojos humanos, el resultado nunca podría ser absolutamente cierto o del todo completo, pero, al intentar hacerlo, ya estamos dando un paso hacia su significado verdadero.

Hay mitos que hablan de los árboles como si fuesen personas, seres ancestrales que adoptaron esa forma, dioses y símbolos de la naturaleza. Dicen que cada árbol encierra un espíritu y por esa razón tocamos madera cuando sentimos miedo, para evocar la antigua costumbre de buscar ayuda en el espíritu del interior del árbol. Otros mitos hablan de ninfas que se transformaron en árboles para escapar de los hombres y cuyos brazos se alargaron para formar ramas, ¿o fue quizás un intento inútil de abrazar al sol, el cielo… lo eterno e inmortal? Quedémonos con la imagen de un espíritu, una esencia que vive dentro del árbol, que lo recorre con la sabia que asciende y lo nutre de vida. Como cualquiera, sueña con las nubes, con volar, aunque tiene que permanecer con los pies en la tierra. Sin embargo, tiene la suerte de conocer el mundo a través de las historias que le cuentan los pájaros, siempre, al oído de las flores.

Desde un punto de vista psicológico, un árbol es comparable a todo ser humano. Es una vida que nació frágil, inocente, que gracias a los cuidados de su madre naturaleza y el calor de su padre el sol, creció poco a poco. Luego tuvo que madurar para poder protegerse de los días de viento y lluvia, del frío de las noches, y se creó entonces un escudo de corteza, una coraza. Igual que las personas cuando crecen y tienen que crearse una personalidad para poder enfrentarse a las dificultades de la vida. Aunque, en el fondo, aún es frágil y vulnerable al dolor. Llora cuando es invierno y pierde sus hojas; ríe cuando es primavera. 

Por otra parte, la ciencia me habla de un ser vivo, que consume dióxido de carbono y produce oxígeno a través de la fotosíntesis. Me dice a que su color verde se debe a los cloroplastos y cómo se relaciona con el medio. Pero, sinceramente, si yo no hubiese visto nunca un árbol, no podría habérmelo imaginado solo con las descripciones científicas, porque no me hablan de cómo siente un árbol, o qué siento yo cuando veo uno; hablan del concepto de los árboles, pero yo vivo el árbol particular. Si te describiesen físicamente a una persona e interiormente a otra, ¿a cuál conocerías mejor? Pienso que no pueden dejarse atrás las emociones, la ciencia me acerca al concepto de árbol, pero al de un árbol muerto, olvida lo que sentí cuando de niña me columpiaba bajo uno. Ese árbol no era como otro cualquiera, para mí no. El concepto va en cada uno de nosotros y necesita ser combinado con tu yo interior, para poder ser verdadero para ti. Y si lo es para ti, entonces es cierto.
Luego me hablaron de Kant. Entonces comprendí hasta qué punto era importante el árbol en mí. Solo podía conocer el que mi razón construía a través de mis percepciones sensoriales. Y la misma palabra nos da una pista de su significado. ‘Impresión sensorial’. Ajustándonos a la terminología, la ‘impresión’ que pueda causar algo es diferente en cada persona y esto depende de tu grado de sensibilidad. Entonces el árbol que yo perciba está directamente relacionado con mi forma de sentir el mundo, ¿por qué entonces se dejan los sentimientos a un lado y se tachan sus caminos? Vanidad. El hombre es vanidoso. Piensa que es mucho más práctico ver cómo funciona un árbol y como puede beneficiarse de él. Los sentimientos nos asustan, en general, porque no podemos controlarlos. El ser humano se abrumaría si dejara volar sus emociones, porque, aunque son mucho más ricas, no le dan una respuesta total y uniforme tal como hace la ciencia. No sentiría control sobre ese ser, lo seguiría viendo misterioso y eso le asusta. Por eso, la ciencia le deja dudosamente más satisfecho. Personalmente, creo que deberían cultivarse ambas cosas, ciencia y educación de los sentimientos, sería una buena forma de acercarse un poco más a la realidad del árbol. Si no, no habría opiniones propias, distintos puntos de vista. La ciencia puede equivocarse, lo que tus sentimientos te digan sobre un árbol, esos no. Hoy se nos aleja de lo que significa ser persona y pensar por nosotros mismos, nos enseñan que algo es cierto porque lo dice un libro, y eso no es así. No enseñan a ser animales, robots, todos iguales y con la misma mentalidad. Sin esencia propia. 

Así que, hoy día, la respuesta que más me ha convencido ha sido la poesía, que no censura mi corazón y me hace ver con cada poema, un árbol diferente, todos verdaderos. Un árbol, es un poema escrito por el sol, verso a verso, rayo a rayo…Tras esto, levanté la vista hacia el almendro. El sol bañaba mi piel y me adormecía. Los pétalos que dejaba caer los noté como sus cálidos besos. Suaves, descendían en espiral. En calma, seduciéndome sin palabras. Y él me miraba; yo, intentando escapar de su abrazo, agaché la vista al suelo, pero de nada sirvió. A medida que levantaba de nuevo la cabeza, mi barrera se derrumbó. Cuando vi de qué forma, de qué manera, había colocado entre mis cabellos unas pequeñas flores. Casi en silencio, susurrando… de forma que yo, no tuve otra salida, más que rendirme a su magia.

Laura Cano

Antes de tratar estos temas en la asignatura de Filosofía, no me había planteado nunca cuestiones de este tipo sobre los más simples objetos que nos rodean. Nunca me había detenido a reflexionar sobre si las cosas son realmente cómo las percibimos, o si ahí, fuera de nosotros, existe un mundo absolutamente desconocido para todos, un mundo que desgraciadamente nunca podremos llegar a conocer con certeza, ya que lo hacemos a través de nuestros sentidos, esos que en muchos casos nos engañan y riéndose de nosotros nos hacen creer lo irreal.
Primer trimestre, comenzamos a tratar temas de este estilo, opiniones de destacados filósofos, y vamos reconociendo en ello lo cierto y a la vez extraño de todo esto. En un principio todo nos parece lo que solemos llamar una paranoia, ya que es un tema absolutamente nuevo y desconocido para nosotros, y que de no haber sido por esta asignatura, nunca se nos hubiese planteado; pero comenzamos a profundizar en él, y si realmente prestamos atención a ello, vamos descubriendo lo cierto que toda esta idea esconde; eso nos inquieta, nos estremece, y conforme avanzamos nos vamos sintiendo más extraños e insignificantes, a la vez que impotentes de no poder saber qué tenemos ahí fuera. Nos angustiamos y sentimos cierta claustrofobia de encontrarnos encerrados en nosotros mismos, de solo poder confiar en uno mismo, de no poder creer nada más.
Ahora, aplicamos todo lo aprendido a un árbol, a un simple árbol, a un árbol más, por delante del cual hemos pasado decenas de veces sintiendo siempre cierta indiferencia, un árbol que ya nunca será uno más.
Desde pequeños y debido a que afortunadamente vivimos en un entorno en el que podemos contactar a menudo con la naturaleza sin grandes esfuerzos, nos hemos acostumbrado a vivir en un cierto contacto frecuente con la natura, y de este modo hemos dejado de apreciar lo que realmente esta nos puede aportar. A diario nos movemos con prisa, con cientos de cosas que hacer y sin tener la oportunidad de pararnos a disfrutar un solo segundo de los momentos y cosas más insignificantes, de esos pequeños detalles que a menudo ignoramos, y que en muchos casos son lo realmente importante.
Para todos nosotros, ese árbol siempre ha sido uno más, nunca le hemos prestado atención, ni siquiera nos hemos detenido a observarlo durante unos minutos, como ahora hacemos…
En primer lugar, y desde un punto de vista científico miramos al árbol con cierta frialdad, como si de un objeto inanimado se tratase. Ese ser común nos resulta demasiado familiar, pero a la vez pasa desapercibido porque él, al contrario que nosotros o cualquier otro animal, permanece inmóvil donde su destino lo ha situado, indiferente a todo lo que nosotros podamos hacer o decir de él. Sin embargo no cesamos de lanzar definiciones hacia él, de realizar estudios para conocer su funcionamiento. Seguramente sea esa visión científica que acostumbramos a tomar de este vegetal la que nos aleja de ese ser, ser que al igual que el resto siente frío en invierno y siente dolor cuando sus hojas se queman.
De este modo, gracias a la ciencia, conocemos numerosas características del árbol, su funcionamiento, su composición; pero nunca debemos olvidar que sobre cualquier sentimiento que podamos despertar frente al árbol, la ciencia enmudece. La ciencia es una forma de conocimiento fría y subjetiva, que desprecia cualquier sentimiento, por lo que aunque debemos aceptar que ésta nos aporta cuantiosos conocimientos útiles, no deberá ser el único modo que tengamos de conocer al árbol, ya que este es mucho más que una simple máquina que realiza las funciones de nutrición, relación y reproducción.
Como podemos comprobar, es desde el punto de vista científico desde el que desgraciadamente hoy conocemos todos al árbol, por lo que debemos detenernos, y mirarlo desde otras perspectivas diferentes, perspectivas desde las que no acostumbramos a mirar el mundo que nos rodea.
En segundo lugar, observaremos el árbol desde el punto de vista del mito. Remontándonos a nuestros orígenes, al tiempo en que nos encontrábamos fundidos aun con la naturaleza, y no separados y frente a ella, es decir, a cuando aún vivíamos en el paraíso de Dios, descubrimos que el árbol jugaba entonces un papel importante en nuestra existencia. El árbol era quien nos lo daba todo, quien nos daba el alimento, pero también resultó ser nuestra desdicha. Uno de ellos, que en un principio hubiese pasado absolutamente inadvertido ante nuestros ojos, resulto ser el ‘árbol prohibido’, era el árbol del conocimiento, del que no deberíamos comer. Resultamos ser demasiado débiles, y la tentación venció a nuestra voluntad, y comimos. De este modo nos autodesterramos para siempre del reino de Dios, y a partir de entonces todos deberíamos pagar ese acto como los eternos desamparados hijos de Dios.
Así, inevitablemente cuando nos evadimos a la naturaleza como única vía de escape de nuestra ‘loca vida’, y entre arboles meditamos, se nos despierta cierto recuerdo dormido que permanecía en el olvido y que repentinamente recuperamos. Es ese el recuerdo de cuando pertenecíamos a esa naturaleza, a ese reino paradisiaco de Dios en el que convivíamos con nuestro hermano el árbol y del que fuimos expulsados quizás por nuestras propias ansias codiciosas.
En tercer lugar, debemos tener en cuenta el enfoque que filósofos como Platón o Innmanuel Kant han aportado a lo largo de la historia a esta eterna cuestión.
Platón ha sido el primer filósofo cuya perspectiva en este campo hemos estudiado. Según este, debemos elevarnos al mundo de los conceptos, mundo que alcanzamos mediante los datos sensoriales que obtenemos del mundo que nos rodea, y a los cuales posteriormente aplicamos nuestra razón. Esta es una visión genérica y común que la mayoría de nosotros tenía si se nos hubiese preguntado sobre el tema.
Sin embargo, más tarde nos sorprende y desconcierta lo dicho por René Descartes, filósofo que ponía en entredicho todos nuestros sentidos, esos sentidos que constituían nuestro único modo de conocer lo que nosotros denominamos ‘el mundo’. Al oír esto, quedamos algo extrañados, y rápidamente renegamos de ello, pero se nos ejemplifica de un modo muy sencillo en comparación con lo que sentimos en sueños, lo que desordena y descompone nuestras ideas iniciales. Aunque no queramos verlo, existe algo de cierto en todo lo que Descartes plantea; los sentidos nos engañan, no nos ofrecen una visión real e inequívoca de lo que realmente existe ahí fuera de nosotros. Quizás son estos sentidos ese ‘geniecillo maligno’ al que el filósofo francés hace referencia, el que nos embauca y nos hace creer lo que desea en lugar de la propia realidad. De cualquier modo y ante esta adversidad frente a la que repentinamente nos encontramos, el filósofo confía en un Dios bueno, en un Dios que no podría ser tan cruel con sus hijos, como para que estos viviesen en un eterno engaño. Una vez estudiada esta nueva visión del árbol y del mundo en general, y conforme avanzamos y profundizamos en ello, el árbol, al igual que todo nuestro mundo se vuelve enigmático, y nos sentimos algo perdidos y desolados, como ese hijo que ha sido desterrado y abandonado por su padre, por su Dios.
Finalmente conocemos las perspectivas de Innmanuel Kant y Heidegger, cuyas posiciones sean quizás las más similares a las que actualmente podamos tener nosotros. Según Kant, únicamente podemos conocer la cosa en mí, y no la cosa en sí. Eso es algo que constituirá un misterio infinito que continuará llenando nuestras mentes y vidas de preguntas sin respuestas. Debemos reconocer el fundamento en el que el filósofo se basa para ello, y es que, como manifiesta Kant, somos conscientes de que nuestros sentidos constituyen el único modo de conocer el mundo, y éstos no siempre nos brindan un reflejo verdadero de la realidad. Por tanto, podemos conocer características y propiedades y estudiar los objetos, pero eso únicamente será válido para nosotros; no lo será para nadie más, ni siquiera lo será para otra especie animal, ya que estos no tienen sentidos similares a los nuestros e igualmente desarrollados. También Heidegger nos descubre lo ya nombrado: no existe ninguna ciencia que pueda hablarnos de los sentimientos que un árbol puede despertarnos, de lo significativo que este puede llegar a ser para nosotros debido a que hayamos vivido un momento especial junto a él, o a que simplemente tiene cierto valor sentimental debido a la causa que sea. Es en este caso cuando no encontramos respuesta o refugio en ninguna ciencia o reflexión filosófica acerca de él y su realidad, y debemos recurrir a la poesía, que probablemente sea el mayor acercamiento que podamos tener para la expresión de nuestros sentimientos frente a este ser, y aun así, casi con toda seguridad, sintamos impotencia de no poder llegar a expresar y compartir el sentimiento que éste nos despierta.
A partir de este momento, ese árbol al que fuimos a visitar un día con nuestro profesor de filosofía, nunca volverá a ser uno más. Ese árbol siempre será aquel que constituyó el prefecto ejemplo para comprender que no debemos ceñirnos a un solo modo de conocer el mundo, ya que de esta forma, nunca llegaremos a conocerlo. Debemos explorar diferentes campos del conocimiento, desde la ciencia hasta la poesía, ya que todas son igualmente válidas, pero al mismo tiempo no podemos prescindir de ninguna de ellas, ya que nuestro conocimiento quedaría limitado.
Inevitablemente ahora miramos el mundo con otros ojos, y con especial atención a ese árbol, al igual que el resto a los que observábamos con cierta frialdad y con los que ahora tenemos cierto sentimiento fraterno inevitable además de una enorme incertidumbre sentimental al observarlo.

Daniel Fernández


                                                                                            (REDACCIÓN SELECCIONADA)
En éste, mi primer ensayo filosófico me dispongo más que a transmitir el qué es para mí un árbol, a dar mi visión de cómo llegamos a él, cómo formamos nuestra idea del árbol (aplicable a cualquier aspecto). Para esto entraré en temas como la apariencia, percepción, realidad y otros conceptos que utilizamos para establecer nuestro árbol.

Podemos definir percepción como la interpretación de la información que recibimos por parte de nuestros sentidos; y realidad, de la palabra real, algo verdadero, existente. Nosotros construimos nuestra “realidad” en base a y mediante lo que percibimos, lo que sentimos, sin embargo es sabido que no todas las especies, ni incluso todas las personas tenemos una misma percepción de los sentidos, como ejemplo: un daltónico no ve del mismo color las cosas que una persona “normal”, la vista de un búho es diferente a la de una persona, cuando alguien toma drogas tiene una percepción del mundo distinta. Esto nos demuestra que no existe una realidad verdadera única (si no es una realidad verdadera tampoco sería una realidad), o que si existe no podemos conocerla ya que ningún ser es objetivo, todo está condicionado por nuestras diferentes formas de percibir. ¿Existen distintas “realidades”, una sola realidad verdadera o por el contrario no existe ninguna?
La actividad del árbol me ha demostrado que construimos nuestra realidad no sólo contando con los sentidos, sino también mediante las experiencias personales. 

En el relato nos cuentan cómo filósofos y científicos exponen lo que para ellos es un árbol, surgen distintas opiniones e intentan demostrar a los demás que su definición del concepto de árbol es la adecuada. Sin embargo entre toda la discusión llega el poeta, quién nos lee una de sus obras dedicada al árbol, cuando termina todos los presentes quedan sin palabras.
El poeta nos ha demostrado que no existe un concepto único, definitivo, todos han sido formados subjetivamente, aunque nos cueste creerlo, ya no sólo hablamos de la creación de definiciones, ideas, opiniones y conceptos mediante los sentidos (que ya sabemos que son subjetivos), sino también mediante las experiencias que han surgido en la vida de cada uno. De forma más clara: para la Real Academia Española de la Lengua, un árbol es “Planta perenne, de tronco leñoso y elevado, que se ramifica a cierta altura del suelo.”, sin embargo para el niño que juega con su amigo el árbol es un castillo lleno de peligros e inquietantes aventuras por vivir. Ambos conceptos, aunque pueda resultar extraño, serían iguales de válidos, sólo son diferentes puntos de vista, quizá el niño cuando crezca abandone ese concepto y adopte uno más “real”, pero siempre mirará al árbol como ese castillo dónde él jugaba de pequeño, cuando era algo más que “una planta de tronco leñoso”.

Casos como éste lo podemos encontrar en todos los ámbitos, más ejemplos de ello: Hoy ha sido el cumpleaños de miles de personas, el día más feliz o el más importante de la vida de alguien, y para ti quizás sólo haya sido un día más, mientras que el día de hoy será recordado como importante o celebrado para algunas personas, para otras no tendrá importancia alguna y ha sido tan aburrido como los otros, seguramente ni se acuerden de éste día. 

Pienso que una de las frases que mejor puede resumir ésta teoría es la del poeta William Blake: “Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es, infinito.”. Existen tantas realidades, tantos conceptos, que si pudiéramos prescindir de las herramientas anteriormente nombradas con las que formamos éstos, y ver las cosas tal como son, nos daríamos cuenta que todo tiene infinitas connotaciones, que existen tantas realidades como puntos de vista y que éstos también son infinitos.

¿Conclusión a la que llegamos con todo esto?: Un árbol no es más que lo que tú seas.

Raúl Pérez

¿Qué es un árbol? Esta pregunta me crea cierta incertidumbre, a simple vista esta pregunta tiene fácil solución, pero no creo que nadie sea capaz de ofrecer una respuesta cierta. Sencillamente por una razón, puedes contestar a la pregunta mediante el conocimiento científico, mediante la filosofía o mediante el arte. Pero, ¿Acaso una de estas tres formas es la correcta?¿Debo creer en la respuesta que me ofrece la ciencia?¿O quizás la filosofía me acerque más a mi objetivo de responder mi duda?, o en cambio ¿El poder sentimental del arte es capaz de dar una respuesta con certeza? Cultivada en el jardín de la filosofía, ni la obra de arte con más poder de expresar la realidad pueda darnos una respuesta a esta pregunta. Pienso que la posibilidad de resolver estas incógnitas consistiría en fusionar estas tres "artes" desarrolladas por la mente humana, la ciencia, la filosofía y el arte.
Pienso que quizás la mezcla de conocimiento, razón y sentimiento nos ofrecería la respuesta más completa que podemos dar a esta cuestión ¿Qué es un árbol?, y sobre todo nos acercaría mas aunque sin poder alcanzar todavía la verdadera verdad de las cosas.
Centrándome más en darme una respuesta a mí mismo, me planteo diferentes cuestiones.
¿Tiene sentido la existencia de los árboles? Me paro a pensar y tengo una sensación curiosa, soy capaz de imaginarme un mundo sin seres humanos, pero en cambio no soy capaz de imaginarme un mundo sin árboles, quizás sea mi condición animal la que me impide hacerlo, quizás sea que el animal que llevo dentro el que rechaza mi mundo humano y me pide desde lo hondo de mi ser que vuelva al lugar del que provengo, la naturaleza, una naturaleza sustentada por diversos pilares, entre ellos se encuentra este ser tan
¿Es importante la existencia de este ser? este ser es imprescindible para la vida humana en este planeta y de innumerables especies más, este ser riega de vida el planeta tierra, este ser nos proporciona uno de los combustibles que nuestras células necesitan para vivir, el oxigeno, este ser adsorbe el gas que nuestro cuerpo desecha, el Co2.¿Acaso carece de importancia este ser? sinceramente sin la existencia de millones de estos maravillosos seres la vida humana en la tierra sería imposible, y en cambio nuestro mayor defecto, nuestra condición, nos lleva a robarle la vida a miles de estos seres a diario en todo el planeta.
¿Por qué existen los árboles? no tengo respuesta, pero les doy las gracias por existir, sin ellos ahora mismo no podría estar reflexionando sobre su existencia.
¿Me parezco a ellos? quizás mi aspecto no sea semejante, pero ellos algún día nacieron, como yo, algún día morirán. Como yo, ellos se alimentan, ellos crecen, ellos se reproducen, ¿ellos sienten?¿ellos son capaces de razonar? ¿ellos tienen memoria? quizás parezca algo incrédulo, pero ¿puedes demostrarme que no lo hagan? imagina por un momento que ellos se comunican entre sí, imagina que ellos tiene sus pensamientos, sus momentos alegres donde florecen y dejan anidar en su copa, sus momentos tristes donde pierden sus hojas y dejan al descubierto sus ramas, imagina que ellos tienen la capacidad de apreciar la estética, imagina que algún día se vuelven contra nosotros y dejan de regarnos de vida, imagina que el mundo sufriera una deforestación que acaba con estos seres, ¿Qué sería de nosotros?.
Un árbol solo puede carecer de importancia, y puede que solo nos preocupe hablar sobre el colectivo de árboles, pero, un, árbol concreto puede tener un mucho peso sentimental en una persona, quizás esa persona jugaba de pequeña en ese árbol y construyo una cabaña en sus ramas, o puede que acudiera a su sombra los días de verano acompañado de su amada, entonces para esa persona este árbol no significaría lo mismo que para otra persona que pase todos los días andando junto a él y no se pare a observarlo. Recuerdo que a mis 7 o 8 años de edad mis padres tenían un restaurante a las afueras de mi pueblo, cerca del campo. Recuerdo que no me gustaba nada estar en el restaurante y ver a mis padres trabajando todo el día y discutiendo, y sin saber porque, cuando me sentía agobiado por esta situación, montaba en bici y acudía siempre al mismo lugar, acudía al campo, recuerdo un monte sembrado de trigo, donde muchas veces jugué con mi mascota, luna, y en el centro del pastizal se encontraba un alcornoque, no sé por qué razón siempre que me sentía frustrado por las riñas de casa acudía a este lugar, recuerdo que subía al árbol y en sus ramas jugaba al tetrix, leía, y varias veces me quede dormido bajo su sombra. Recuerdo que me gustaba pasar mucho tiempo allí, me sentía lejos de los problemas de mis padres y me evadía de el restaurante, estaba en un lugar donde nadie me podía ver y me sentía muy bien allí. Con el tiempo cuando ya tenía cumplidos 9 años recuerdo que quise hacer una cabaña, me colé en un almacén donde vendían materiales de construcción y me lleve dos “pales”, los arrastre hasta el árbol e intente subirlos a sus ramas para construir mi cabaña, pero no era capaz, así que lo apoye en el tronco del árbol y lo usaba a modo de escalera para subir y bajar de él. Al poco tiempo recuerdo que mi padre me dio una buena noticia, un amigo de mi padre argentino se mudaba a mi pueblo y trabajaría en el restaurante, hasta ahí todo normal, pero la sorpresa fue cuando me dijo que tenía tres hijos. El tiempo pasó y el amigo de mi padre vino a vivir al pueblo junto a sus tres hijos y su esposa. Sus tres hijos y yo nos hicimos muy amigos, pasábamos la mayor parte del día juntos. Así que decidí mostrarles mi lugar favorito, donde tantas horas pasaba, los lleve al gran alcornoque, les gusto mucho y juntos hicimos la cabaña en el árbol, recuerdo que nos quedo muy bien, incluso la decoramos con flores y trajimos nuestros juguetes. Pasábamos los cuatro mucho tiempo allí y decidimos ponerle un nombre a aquel árbol. Lo llamamos Juravapa, ellos se llaman Juanma, Pablo y Valentín, y yo Raúl, así que le juntamos la primera silaba de cada nombre y le dimos nombre al gran alcornoque. Los días que ellos no venían al restaurante yo acudía solo a este lugar y leía o hacia las tareas del colegio, y los días que venían jugábamos desde por la mañana hasta que anochecía en aquel árbol rodeado de trigo.
Paso el tiempo y ellos se mudaron y fueron a vivir a Nerja, y yo ya con 13 o 14 años no encontraba la diversión en aquel lugar ya solitario para mi, y lleno de recuerdos con mis tres amigos, esto unido a que mis padres dejaron el restaurante a las afueras del pueblo y montaron uno en el centro del pueblo, me alejo de aquel lugar. Ya no acudí más bajo su sombra ni subí a sus ramas, hasta el día de hoy, haciendo este ensayo filosófico recordé el Juravapa, y decidí escribir allí, en ese lugar, donde me refugiaba de los problemas y me divertía de pequeño. Ahora mismo estoy subido en la rama donde hice mi cabaña, ya no está, solo queda el y yo, siento añoranza y tristeza pero a la vez alegría al haber vuelto a este lugar y recordar tantas cosas…
¿Qué es un árbol? Para mí, un árbol cualquiera no sabría dar una respuesta correcta. Pero este árbol en el que me encuentro es muy importante para mí, y cuando estaba ya casi olvidado, gracias a este trabajo para el instituto recordé los viejos lazos que me unían al Juravapa.
Y el y yo nos hemos prometido volver a vernos pronto.

Clemente Rodríguez

Muchos autores son los que han ofrecido sus teorías sobre la existencia de los arboles a través de décadas y décadas, podemos nombra como referencia al idealismo platónico como doctrina que se contrapone al realismo y reduce lo que podemos percibir por medio de los sentidos y que es accesible al mero pensamiento, por lo tanto, para este filosofo un árbol se caracterizaría como nascentes y perecederas, del cual tenemos conocimiento sensible, opinión; de lo que es, de la realidad consistente, podemos alcanzar conocimiento inteligible, ciencia.
Descartes trató de excluir las impresiones y el conocimiento por los sentidos, ya que según él, para llegar a una verdad es indispensable alejarse totalmente de los sentidos, que es precisamente a través de lo que percibimos un árbol, por lo tanto tiene que recluirse únicamente en su interioridad intelectual para así, por medio de la razón, llegar a una verdad y preservarse de error, al buscar la verdad se queda únicamente con la razón.
Emmanuel Kant nos dice que "nuestro conocimiento deriva en el espíritu de dos fuentes fundamentales: la primera es la receptividad de las impresiones; la segunda, la facultad de reconocer un objeto por medio de estas representaciones, por lo tanto el árbol estaría dentro de nuestro conocimiento puesto que ha sido percibido y reconocido, por lo tanto conocido.
Según Hegel el árbol seria un conocimiento conceptual, en el cual yo tengo los conceptos de las cosas (esto serían las ciencias en las que hay un efectivo saber), por lo tanto, sé que es un árbol, porque dispongo del concepto adquirido.
Según aristoteles, el árbol tiene existencia puesto que puede ser percibido a través de los sentidos, nos muestra la realidad de las cosas, es decir, todo aquello que no percibimos no existe, por lo tanto los sentidos son fundamentales para la visión del mundo.
Heidegger se pregunta si cuando estamos frente a un árbol realmente está el árbol que vemos o es un simple producto de nuestra imaginación. También cree que lo que vemos es un árbol científico, un simple concepto, pero que además de esta definición científica debemos tener en cuenta nuestras experiencias con el árbol, lo que nos une a él.

Los árboles fueron y son fuente de inspiración para muchos poetas, los árboles nos enseñan sobre lo que es nuestro paso por la vida y nuestra actitud y esperanza para transitar por ella.


La presencia de los arboles según la poesía nos evoca a lo viejo, lo anciano, lo senil, puesto que su vida es longeva, ve y presencia muchas circunstancias habituales de diferentes personas que pasean por sus alrededores, que lo miran, lo tocan, lo observan, lo hacen suyo, o incluso pasan desapercibido, como si por costumbre ya lo tuvieran en su olvido, sin darles la mas mínima importancia a lo que sus sentidos captan, algo habitual y perenne que durante décadas ha estado situado en el mismo lugar, en la misma calle, en el mismo parque.
Otros como yo lo ven como un posible ecosistema para las aves, que fabrican con mucho tesón sus nidos con el fin de que sus crías nazcan y vivan entre sus hojas y sus ramas, cuando estas aprenden a volar y se hacen mayores se dirigen hacia otro árbol y así sucesivamente, por ello veo los arboles como una creación de vida, como algo fundamental para estos y miles de animales que anidan y viven en ellos.
Un árbol me evoca sentimientos, cuando veo sus hojas caer, cuando escucho ese sonido de pájaros aleteando entre sus ramas, esa brisa que acaricia sus hojas haciéndolas bailar, ese aroma a corcho viejo que me hace sentir nostalgia y recordar esos momentos de invierno junto a la chimenea. Y.. ¿Qué pasa cuando ves un árbol y estás enamorado? Que te gustaría sentarte bajo su sombra en una tarde de primavera y sentir ese olor fresco que alimenta la tranquilidad que estás viviendo en ese momento, que te tumbas y ves el cielo a través de sus hojas y se enlazan dos colores el verde y el azul, y sientes como el tiempo no pasa, se para en ese mismo momento en el que piensas en lo maravillo que es sentir, y lo magnifico y perfecto que puede ser el mundo tumbado frente a un árbol.

Juan José Martín

                                                                                                       (REDACCIÓN SELECCIONADA)

Puede que mis sentidos me engañen, que el manto verde desde donde tú emanas, sea solo una ilusión en mi conciencia. Puede que lo que sientas, para mi sea indiferente y la imagen que me muestras, un sueño surgido de las raíces de mi mente. Si bien no se te puede definir, eso no importa. Te dejas sentir sobre aquel melancólico, que preso de la marcha de su compañera, ve como tus infinitas hijas se alejan de ti, para volver a ser parte de tu casa verde, ahora teñida de marrón. Y pasas frío, aunque no te quejas, como le pasa al mendigo en noches invernales. Solo es silencio. Solo estás. Sin amigos, sin nadie que te acompañe. Que duro tiene que ser. Aunque no todo es soledad. Ahora los rayos de la vida penetran tanto en ti, como en mí. Tu corazón florece, desde tus entrañas emana tu savia, llena de vida. Y de nuevo nacen, de ti, tus hijas, tus verdosas ramas y coloridas flores, que te llenan de amor, como agradecidas por que le hayas dado el mayor tesoro: la vida. Y eres sombra para mí en tardes de junio. Y eres nido del pájaro, que con sus cánticos me despierta cada mañana. Y tu inmenso torso, apartamento de dulces ardillas, que corretean a tu alrededor. Sí, el biólogo te estudia, conoce tu interior, pero solo tú interior físico, ese interior que dejará de existir al cabo de los años. Los filósofos discuten sobre tu existencia, pero qué más da. Cada ser te verá distintamente. Para la hormiga, tu tronco es una gran montaña que debe escalar. Para la jirafa, en tu copa brota su fuente de alimentos.

Cuando mueras, en mi recuerdo vivirás, tus átomos formarán parte de la madre naturaleza, esa que tú tanto respetas y nosotros destruimos. Nos hemos dejado llevar por nuevas evoluciones y nos hemos separado de ti. Quizás hayamos sido seducidos por querer ser más que el resto de seres vivos, pero pensándolo bien, no lo hemos logrado. No nos damos cuenta que estamos perjudicándonos cada día. 

Da igual, que cada ser tenga su propio concepto de ti, y aunque no existas, no me importa. Existes en mi mente, en la del búho y en la de la ardilla. Y tenemos esa libertad para definirte, porque tal vez tú seas un sueño irreal, un engaño de los sentidos. Pero mi concepto sobre ti, prevalecerá siempre, hasta el día en que me una a tu fiel madre, la naturaleza. Hasta entonces amigo de tristezas del otoño o del mendigo sol de invierno, amigo mío de primavera, te recordaré siempre. Porque yo soy dios de mis sueños y señor de mi mente.

Gabriel Veiga

Cuando observo un árbol me evoco al pasado ancestral de mi especie, donde el árbol para mí no era un ser vivo vegetal que servía para adornar carreteras , parques y calles , sino , mi casa donde pasaba casi todo el tiempo de mi vida acomodado en sus ramas , mientras comía las hormigas que subían por su tronco y me alimentaba de sus frutos , el árbol no es para mí un simple ser vivo como cualquier otro . Ya que el árbol fue el hogar en el que dormía cada día y es el hogar de muchos hoy día, el me alimentaba con los insectos que allí también tenían su morada, y me sigue alimentando hoy con sus frutos, el también me hacía posible vivir gracias al oxígeno que liberaba cada día, y que sigue liberando hoy para todos los seres vivos.

El árbol es un ser que sin el no existiría la vida , por la tanto puedo decir que el árbol para mi es el ser vivo más importante de todo el planeta y el más misterioso , él fue el primer ser vivo que surgió de las entrañas de la tierra, y se estiro alto y fuerte para captar la energía solar y sobrevivir como todo ser vivo, pero el parece que nació con su labor ya escrita , la misión de repartir la vida que el mismo tenía por todo el planeta , convirtiéndose así en el ser menos vanidoso que pueda existir sobre la faz del planeta tierra , expulsando oxígeno , frutos , dándonos una morada y la vida. Repartiendo todo a cambio de nada, sin importarle lo más mínimo, dándonos así a todo ser la misma posibilidad que él tuvo para vivir. 

Para mí el árbol y la vida están unidos por un gran lazo inseparable ya que no puede existir el uno sin el otro. Por lo tanto un árbol bajo mi punto de vista es el ser al que mas hay que respetar. El es el responsable de que conozcamos lo que es el vivir. Él fue uno de los creadores de este mundo tan increíblemente enigmático y sorprendente que tenemos. Entonces cuando miréis un árbol no lo miréis bajo unos ojos analfabetos como si de un simple adorno se tratara, no lo miréis bajo los ojos de la ciencia viendo en el solo un vegetal inanimado que tiene ciertas características determinadas. Mirarlo como un hijo mira a una madre, pues todos y cada uno de nosotros dependemos de él.

Ana Díaz

La primera vez que escuché esa pregunta me pareció simple, es decir, pensé: “¿qué va a ser un árbol? ¡pués un árbol!...” ahora me doy cuenta de que no es tan sencillo y que mi respuesta, obviamente, carece de sentido.

Platón encontraría la definición metafísica, universal y eterna de árbol, y cada tipo sería considerado un caso particular, físico y temporal; así, un manzano y un almendro están englobados dentro de árbol pero a su vez son casos individuales, con vida propia.

Sin embargo, yo me pregunto el por qué de esta cuestión, ¿por qué los seres humanos sentimos la necesidad de ir más allá? ¿por qué siempre queremos saber más de lo que está a nuestro alcance? Y, quizás lo más importante, ¿por qué nos creemos con el derecho de saber cómo son las cosas en realidad? Tal y como diría Kant, nosotros vemos las hojas verdes debido a nuestros ojos, mientras que un gato las verá diferentes; percibimos las cosas según nuestro sistema sensorial (las cosas en nosotros), pero no sabemos como son en realidad (las cosas en sí) o quizás si lo sabemos pero no nos damos cuenta.

Pienso que un árbol no son todas las definiciones y conceptos que podamos explicar sobre éste, tampoco es un conjunto de características y comportamientos biológicos comprobados en un laboratorio, un árbol es mucho más que eso.

Sus raíces buscan un asidero profundo en la tierra que lo mantenga firme, aquella tierra de la que nació y a la que permanecerá unido para siempre como si de una especie de cordón umbilical se tratase y una vez que muera, si algún humano hace caer su tronco cortándolo abruptamente, el árbol seguirá unido a su madre tierra, continuará siempre presente, ya que sus raíces permanecerán bajo la arena, aferradas a la vida.

Al podarlo, el árbol siente dolor al igual que nosotros cuando nos cortan nuestros sueños y esperanzas, sin embargo, la primavera siguiente las ramas del árbol serán frondosas y verdes y las flores renacerán con crecida vitalidad de la misma manera que tras superar un problema las personas nos hacemos más fuertes, florecemos poco a poco, día a día, golpe tras golpe.

¿Es pués un árbol, un ser tan distinto a nosotros como lo consideramos o un hermano más dentro de la gran familia que formamos el planeta Tierra?

Puede ser que cuando se siembran árboles en lugares no autóctonos se sientan extraños y por eso requieran un trato especial por parte de los botánicos, y cuando son pequeños, los arbolitos necesitan el riego y un palo al que apoyarse para que su tronco crezca recto, al igual que un niño necesita apoyarse en sus padres, va creciendo y florece (adolescencia), para finalmente dar frutos (edad adulta).

De pequeña, en la finca de mi casa de campo había un árbol paraíso que tenía unas ramas larguísimas y jugara a lo que jugara el árbol era mi casa. Yo se lo describía a mis primas como un enorme castillo blanco de tejados azules y me encantaba. Hoy comprendo que inconscientemente, consideraba al árbol mi casa debido a mi pasado arbóreo, cuando mis antepasados pre-humanos vivían en ellos y estaban a salvo de todos los peligros… todavía hoy cuando lo miro me veo sentada en aquella rama que era “mía”, cuando con cinco años consideras la vida tu paraíso. Poco a poco crecí y dejé de jugar en el árbol a las princesas, hoy me siento en el lugar de siempre y miro hacia ningun lugar en particular, intentando recordar detalles de mi vida que inevitablemente he olvidado, flores que caen al suelo cada primavera y ramas que soportan los cambios de dirección del caprichoso viento.

Seguramente, si hace algún tiempo alguien me hubiera preguntado qué es un árbol, como mucho hubiera dado la definición científica de éste, pués desde el colegio nos han enseñado las características de hojas perennes y caducas, los tipos de bosques y la climatología en la que habitan, pero hasta dar clases de filosofía nadie me había planteado la posibilidad de que no todo tiene que ser tal y como nosotros lo vemos a diario y de que nuestra vida sigue en relación directa con la naturaleza, así como cientos de preguntas que quizás, debido al ajetreo diario y las incontables asignaturas en las que nunca te piden tu opinión o sentimientos, no me paraba mucho a reflexionar.

En este momento, es a mí a la que también me gustaría cuestionar algo… ¿tiene nuestra mente la capacidad necesaria para comprender en realidad qué es un árbol? ¿de verdad algún día alcanzaremos la sabiduría completa que la ciencia persigue y el por qué de nuestra existencia en la que no tenemos nada preestablecido? ¿por qué tenemos que ser nosotros los únicos dotados de inteligencia?… ¿y si todo lo que nos rodea tiene una inteligencia, poder o sentido que nos supera un millón de veces pero los humanos estamos diseñados especialmente para jamás captarlo y así vivir toda nuestra vida creyendo que estamos cerca de la cima cuando puede ser que sigamos estando en la más profunda de las caverna?

Rosa María López García

Cierra los ojos, respira hondo y deja volar tu imaginación.
Imagina un día de primavera, con un sol radiante, los colores de las flores, el verde de los árboles. Camina hacía el río, siéntate justo al lado de ese árbol, sí, ese tan alto que crea una gran sombra en sus pies, siente la brisa del aire y escucha el ruido del agua ¿se está bien verdad?

Pues ahora imagínate que eres ese gran árbol, ve hacia su tronco y cuélate dentro de él. Desde este momento eres como él, un árbol que ha comenzado su vida creciendo de una simple semilla bajo tierra, que con el tiempo ha plantado sus raíces y ha salido al exterior para vivir su vida, una vida sedentaria pero inquietante. Ese árbol que desde pequeño siempre ha soñado con llegar a lo más alto, que con el tiempo y a base de caídas su tronco se ha ido endureciendo, ya no es tan frágil como antes, ha aprendido a sobrevivir. Con esfuerzo ha ido encauzando su camino, estirando sus largas ramas, que después han dado su fruto.
Ese árbol, como todos, tiene sus días malos en los que es inundado por su propia sombra y que un pequeño soplo de aire hace que se derrumbe y se caigan todas sus hojas. Pero también tiene días buenos, de hecho la mayoría son así, en lo que sus hojas brillan más que nunca y sus ramas suben tan alto que se ven desde muy lejos.
Bueno, se acaba el tiempo, es hora de irse de este bonito lugar. Abre poco a poco los ojos, vuelve a la vida real y párate a pensar un minuto sobre este viaje.

Sin duda, somos ese tipo de árbol raro, cuya vida comienza con lo más insignificante, ese árbol que nunca para de crecer, que nunca deja de soñar.

Rocío Casado Gómez LA VIDA SIMPLE

La vida simple.

Ser humano, que le debes la vida y tú ciego y egoísta se la quitas… vida simple la de un árbol, pero valiosa como el más grande de los diamantes.

Árbol que te alzas majestuosamente, que te muestras silencioso, aunque no callas del todo porque cuentas tus historias a través del viento, por desgracia solo hay un ser que no quiere escucharte.

Árbol que agradeces a los que te dan la alegría de ese modo, agradeces a los cálidos rayos del sol, a los cantares de los pajarillos, a la frescura de la lluvia, al imponente o suave viento que mece tus ramas y hojas, a la nobleza de la tierra que te provee de vida y a la cual ayudas a mantenerse.

Árbol, vida generosa eres , aunque de alma solitaria, tú que no te quejas por el hecho de dar … das aire, das sombra, das hogar a las criaturas, das frutos , das bellas flores que adornan al mundo e incluso das tu propia vida para con el hombre.
Vida es la de un árbol… observar y ser testigo de la vida misma.

Afirmar la vida es magia.

María Corchero ¿QUÉ ES UN ÁRBOL?

Un profesor pregunta: “¿Qué es un árbol?”
Los alumnos se miran los unos a los otros, preguntándose cuál era la intención de la pregunta, como si no supiesen qué es un árbol. Al ver que nadie se atrevió a responder, les empieza a explicar:
-Todos podemos ver árboles a lo largo de nuestra vida, pero ¿Qué es lo que vemos? Estamos viendo un ser vivo, que al igual que tú puede sentir lo que le haces, como arrancarle hojas, cortarle ramas, dejar que tus mascotas hagan sus necesidades encima, y hasta podemos hacer que pase frio quitándole su ropa. Al igual que está vivo, alberga vida, es decir, deja que vivan en él las ardillas, los pájaros, los búhos y otros animales…Un árbol es su hogar, donde tienen sus familias. ¿Son todos los árboles iguales? No, porque no es igual el árbol que vive en el parque que el que vive en un bosque, apartado del ser humano y de su contaminación. También es aquel que nunca te echa nada en cara, a pesar de todo lo que le hacemos, es el que te escucha aunque no le importen tus problemas, el que mejor guarda tus secretos, el que solo cuenta lo que tú quieres que cuente, el que te despierta por las mañanas y te dice si hace frio o corre el viento para que no enfermes. Es aquel que te ve disfrutar, jugar, reír, llorar, cantar, luchar, el que te ve vivir, a ti y a los tuyos… Un árbol te da el papel y también limpia ese aire que está “un poco sucio” para que puedas respirar mejor; no hay que olvidar que es el que te da de comer sus ricos frutos, el que te calienta cuando hace frio, el que te da armarios, las mesas y sillas que utilizas diariamente…- De repente una alumna le interrumpe:
- Maestro, pero ¿un árbol no es una planta perenne, de tronco leñoso que se ramifica a cierta altura del suelo …?
Una ráfaga de viento hizo sonar las hojas del gran árbol del patio. Entonces fue cuando la alumna entendió lo que su profesor les quería decir.

Luci Bortosel

Un árbol… ¿Por dónde empezamos hablar de él? Brota desde lo oscuro buscando la luz, pero simultáneamente sigue bajando en las oscuridades de la tierra buscando nutrientes. Funda sus bases para no caerse al primer viento, da frutos para enriquecer nuestros apetitos y colorear el paisaje.
Dios en la biblia dice: “El árbol, aunque lo corten, aún tiene la esperanza de volver a retoñar, de que no falten sus renuevos. Aunque la tierra envejezca su raíz y muera su tronco en el polvo, al percibir agua reverdecerá y hará copa como una planta nueva”.

Como dice Platón, nosotros vemos los árboles, pero nuestra razón no completa la definición verdadera tal y como el filósofo lo afirma.

¿Qué aportamos nosotros a la naturaleza?...VIDA… pero si una secuoya de california tiene 3000 años, un pino de Colorado hasta 3500, …nosotros vivimos máximo 100 y poco más y encima vivimos destruyéndolo todo.
Los árboles no son mudos, se comunican entre ellos, poniéndose en guardia para acrecentar substancias incomestibles de sus hojas para que los animales herbívoros no les destruyan.

Se han inventado unos sistemas de agarre de sus semillas, para que el pelo o la lana o el viento trasladen sus semillas, que son sus hijos.
Nuestra mente construye la realidad, ordenando en el cerebro los reflejos de luz, dando lugar a la imagen que la asociamos con la palabra ‘’árbol’’ así como Kant lo menciona.

Pero los límites de nuestros conocimientos son los límites de nuestra experiencia, las leyes de la naturaleza las elaboramos tal y como nuestros sentidos nos permiten (Kant). Así el biólogo establece sus definiciones científicas y el poeta deja fluir sus versos.
Queremos hablar con los extraterrestres, ¡pero si no sabemos hablar ni con un árbol!, si es que desde que nacemos, estamos en cunas, después en camas, guarderías, escuelas, institutos, empresas (fabricas, talleres, oficinas…) hasta que ya no somos aptos ni para movernos y nos jubilamos y permanecemos toda la vida encerrados en una burbuja que nos aparta de la naturaleza que es la que nos guía para ir hacia la belleza interior y conocer la magia. ¿Sabías que abrazando un árbol intercambias energías, y te hará sentir mejor?

Somos tan pequeños y tontos que no conocemos ni siquiera un árbol y para rematar, sabemos que vamos a morir y no hacemos nada para cambiarlo.

Lorena Pichardo MI ÁRBOL... MI VIDA

A lo largo de la vida nos encontramos a diario con muchos árboles, árboles que no nos damos cuenta pero que tienen sentimientos, son seres vivos.
En mi árbol para empezar están las raíces y a continuación están las ramas grandes y pequeñas, hojas nuevas y también secas, frutos que nacen y se caen y otros que se quedan ahí un largo tiempo.
En la vida, una persona, desde que nace, empieza desde las raíces los momentos mas importante de tu vida son las raíces más gruesas y las mas finas son los momentos un poco mas insignificantes en la vida. Existen también las personas, esas hojas y frutos del árbol, unas duran menos, tienen su vida y deciden por lo tanto caerse de ese árbol y empezar a crecer por otra parte pero hay otras que no, esas otras deciden estar ahí hasta que ese árbol se vuelva centenario en todos sus momentos, en invierno y otoño, con el frío, en verano con el calor y en primavera con su época de florecer.
Ya cuando el árbol se vuelve cada vez mas viejo y mira hacia abajo, y ve quien de verdad formaba parte de su enorme tronco, a pesar de las grietas que se le formen, y también de los destrozos que le hacen los humanos, esas hojas, ramas y frutos que le han dado forma, van a seguir creciendo con él.
Así es mi vida, mi árbol.

Laura Boza Perdigones EL ÁRBOL HUMANO

Me lleno de vida al verlo cada mañana, a simple vista no se aprecia pero cada día crece un poco más, se hace un poco más viejo, aún así sigue dejando que el viento mueva sus ramas, se hace más bello con la edad y es un libro lleno de confidencias, cada día ve pasar por sus raíces a centenares de personas, ve como van creciendo ellos también, algunos colocados en una posición privilegiada observan el primer beso de unos jóvenes adolescentes que encuentran su primer amor, otros, con menos suerte, aguantan día tras día el humo de una contaminación que los mata lentamente. Y es que día tras día los observamos sin darnos cuenta que cada árbol esconde un secreto, que por cada una de esas ramas hay una historia y que si las hojas hablaran seguramente nos ayudarían a concebir la vida desde otro punto de vista.

Laura Cebrino Díaz

Raíces, tronco, ramas, hojas… todo esto compone lo que llamamos árbol, aunque para mí es más bien tranquilidad, aprender a respirar, ese viejo árbol que busco cuando quiero sentir el entorno natural de mi ser, para sentarme ante él y ver cómo son las cosas reales que aún perduran con el tiempo sobreviviendo, quizás, a los ataques químicos humanos.

Parece mentira que la prisa nos haya hecho creer que somos víctimas de una humanización constante, que pensemos que somos afortunados por poder llegar a tiempo a todas las citas que tenemos, a las reuniones, a recoger a los niños, ir a comprar o simplemente sacar tiempo para ir a la peluquería; sí, eso forma parte indiscutiblemente de nuestros días, nuestra vida, pero olvidamos llenar nuestro interior y a veces, incluso olvidamos que hay alguien más que puede aportar a nuestra vida una visión nueva y renovada simplemente haciéndonos cerrar los ojos y escuchar sus susurros, ese alguien tan misterioso y especial se llama árbol.

Éste, ha sido el único que ha sentido todos esos cambios climáticos que los científicos cuentan, todas las guerras entre países y para no irnos muy lejos, su tala y uso para beneficio humano, y es por eso que puede llevar en su interior tantas experiencias y tanta vida, que puede ser ese ser mágico que nos llene de paz, con su sombra, su olor, su ruidoso silencio.

Un árbol, es en realidad ese esquema de la vida: comienza con sus bases asentadas, las raíces, esas en las que te forman en la infancia; el tronco, que es el desarrollo, la forma en la que dispones tu coraza según tu seguridad, y esas ramas, que son la sociedad a la que te enfrentas y donde siempre te encuentras. Tendrás que recorrer el laberinto de ramas y al fin contribuir con todos a esa arboleda, como ésta que alimenta el sol y que nos alimenta a nosotros.

Francisco Cruz Rodríguez EL ÁRBOL

Aquel día nublado, en el que nuestros pensamientos cambiaron...

Como cualquier chico de 16/17 años no me tomé demasiado en serio eso de ver un árbol, lo primero que pensé fue ... ¿para qué?, la verdad es que no entendí en un primer momento por qué nuestro profesor de filosofía, quiso llevarnos a ver un "simple" árbol...pero llegó el día, bajamos cuidadosamente las escaleras del instituto hasta salir fuera de éste, y seguimos la espalda del profesor hasta la llegada, es decir, hasta el árbol que él mismo escogió.....por el camino, no sé si sería por el hecho de estar pensando en arboles, me fijé en que son más complejos de lo que suponía a primera vista, e incluso pude observar la cantidad de hojas que tenían los arboles, que pareciese que las hubiesen colocado al azar, pero de una forma perfecta. Al fin llegamos. Lo que más me sorprendió es que el árbol estaba seco, me refiero a que no tenía ni una sola hoja, pero su robustez me transmitía un respeto bastante grande, algo que nunca me había afectado hasta ahora. Nos dispusimos a leer el texto que nos dio nuestro profesor. Mientras escuchaba los diálogos de Platón y el biólogo que leían mis compañeros, me puse a observar el gran árbol que tenía ante mí, lo que más me sorprendió aparte de su robustez, anchura y altura fue la gran cantidad de ramas que tenía, eran cientas que acogían a otras cientas más pequeñas, lo que me hizo pensar, que tal vez, cada rama de cada árbol en el mundo, era el reflejo del alma de una persona o incluso en un árbol estaba el reflejo de varias, mi razonamiento fue que como nosotros nacemos de una base que es nuestra madre, ellos nacen de su madre, es decir la madre tierra, ellos crecen rectos y fuertes al principio de su vida, al igual que nosotros y más tarde cuando ya se tiene una buena base es cuando elegimos los caminos de nuestra vida, que son esas ramas.....me tocó leer, aunque estaba leyendo realmente no estaba escuchándome, sino que en mi mente aún tenía ese razonamiento del árbol, al cual me vi sorprendentemente arrastrado, la lectura termino y todos nos marchamos. Ahora sí comprendo: ¿para qué ver un "simple árbol"?, ya entendí el objetivo de nuestro profesor.... y así fue cuando, en aquel día nublado, nuestros pensamientos cambiaron.....

Jesús Matilla ¿QUÉ ES UN ÁRBOL?

Muchas personas ven un árbol y piensan que es un simple
tronco con hojas, pero quienes dicen eso pueden no decir lo
que piensan por vergüenza, o porque en realidad no se
paran a pensar qué puede ser un árbol:

Se me vienen mil recuerdos diferentes de un árbol que está
al lado de mi casa, aquel era un compañero que siempre
aparecía en mis sueños y estaba en cada una de las cosas que viví.

Él es el guardián de mis mejores secretos, ha estado
para reír y para llorar, incluso le podría llamar amigo.

Pero un día, personas que piensan que un terreno lleno de
árboles sólo sirve para sacar dinero construyendo casas, campos de golf etc.,
no se dieron cuenta de que mi amigo estaba en ese bosque, decidieron cortar los
árboles.
El dia antes de que empezaron el trabajo fui a hablar con mi
amigo y me dijo:

“No se cuanto tiempo volveré, ni qué aventura me esperará,
Solo se que yo no voy a olvidarte. Te voy a echar de menos
Note olvides de la promesa de volvernos a ver”.

Pero para algunas personas esto de lo que he hablado es una
locura de mi imaginación, pero para mí es expresar lo que
siento y a lo mejor sí me gustaría ser Don Quijote
y dejar un poco de ser Sancho.

Estefanía Larios Revuelta ¿QUÉ ES UN ÁRBOL?

Según la RAE (Real Academia Española) es una planta perenne de tronco leñoso y elevado que se ramifica a ras el suelo. Según mi punto de vista es una de las plantas más esenciales del planeta, los árboles son unos de los seres mas mágicos y necesarios de la naturaleza, ellos nos dan muchas cosas, expulsan oxigeno, nos dan frutos y muchas cosas más. Nosotros, en vez de respetarlos, los matamos cortándolos para construir edificios, centros comerciales etc., sin pensar en las repercusiones que esto puede causar en el futuro y no solo eso, hablando de un modo un poco mas poético un árbol es un planeta para miles de insectos que lo habitan, es un cobijo para cualquier animal e incluso una fuente de recuerdos para muchos. Ellos estuvieron aquí desde el principio de los tiempos, ¿por qué no tenerles un poco más de consideración? Ya no solo es el que destrocemos menos árboles si no que al pasar a su lado pensemos que también son seres vivos y casi no les hacemos caso; solo los cogemos para nuestro beneficio y nunca nos hemos parado a pensar que ellos también se alimentan, se reproducen, mueren e incluso algunos se defienden. Mi pensamiento sobre un árbol es que ese ser no es tan simple como creemos y aunque los tenemos al lado no sabemos casi nada de ellos. No quiero decir con esto que sea una especie de ser humano petrificado si no que al igual que nosotros nos comunicamos y los animales se comunican ellos también lo hacen ¿Por qué nunca hemos intentado comprenderlos? Si lo miras de esta forma es estúpido que tengamos a nuestro lado un ser tan enigmático y no sepamos entenderlo. Seguramente la persona que esté leyendo esto después seguirá pasando delante de uno de estos seres sin pararse a pensar sobre él, incluso estoy segura de que yo también lo haré pero al menos mientras he escrito esta redacción y mientras estuve haciendo una “excursión” un tanto rara, cuyo objetivo es sentarse a los pies de un árbol y mirarlo, no lo vi como una simple planta, si no como un ser vivo misterioso y recóndito del que no sabemos nada.

Elena Gómez de Mora

                                                                                                 (REDACCIÓN SELECCIONADA)

¡Para! Detente y escucha.
Se está bien aquí ¡eh?, se oyen pajarillos, es agradable, una suave brisa… nada de calor, el sol parece haberse escondido.
Mira hacia arriba…
¿Te has asustado?
Tranquilo… ese gigante que está encima tuya, con sus largas manos y con ese robusto cuerpo, no es más que un árbol.
¿No te habías fijado antes?
Pues él sí, él te "ve", bueno él te ve a tí y a todos aquellos que pasan y no se detienen ni un segundo en admirar su magnitud y su belleza asombrosa. Pero está hechizado. Si, no puede contar nada de lo que ve, un eterno silencio podríamos llamarle…
Es el mismo que hace cinco meses, y siete, y ocho, y nueve, y tres años… bueno, quizás haya crecido un poco, pero te puedo asegurar que él es el mismo. Seguramente tenga incluso más años que tú.
Y como se conserva… ¿no te parece asombroso?
Ten en cuenta que todo empieza por una pequeña semilla. Y se termina convirtiendo en esta increíble bestia que dobla, o incluso puede llegar a triplicar tu altura.
Escucha las palabras que dijo una vez Friedrich Wilhelm Nietzsche: “todo el que disfruta cree que lo que importa es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan”.
Pero aunque no ande está vivo, y aunque no hable está vivo, y aunque no mire ni huya está vivo.
Qué compleja vida ¿no?
Y eso que dicen... que nuestra vida es como un árbol, primero salimos de una pequeña semilla y comenzamos a crecer poco a poco, lentamente… creamos nuestras raíces bajo tierra, bajo el calor de una familia que nos apoya, y cuando ya nos vemos fuertes comenzamos a salir, comenzamos a vivir por nosotros mismos, el exterior.
Y ya, cuando hemos alcanzado un periodo, entonces, echamos los frutos…
Curiosa comparación ¿no lo crees?
Seguro que no pensabas que te parecías tanto a ese árbol que está frente a ti.

Cristina Barroso Címbora ¿QUÉ ES UN ÁRBOL?

                                                                                             (REDACCIÓN SELECCIONADA)

Si el árbol que fue cortado para fabricar esta hoja supiera que yo iba a estar aquí, escribiendo sobre él (nunca mejor dicho), tratando de describirlo… Si él lo supiera…

¿Estaría orgulloso de morir para ser recordado? Porque, seamos sinceros, aunque sea triste, “la vida” de un árbol después de ser talado, es servirnos durante ¿5 segundos? El tiempo que se tarda en usar un pañuelo de papel, o 1 minuto, si lo usamos como página de cualquier libro… Pero este árbol no, este árbol va a tener su memoria.

Un árbol…estamos cansados de escuchar su nombre, de verlos en cualquier esquina, pero ¿qué sabemos de ellos? Puede parecer una pregunta un tanto obvia: son seres vivos que realizan la fotosíntesis a través de sus hojas y transforman el dióxido de carbono en oxígeno, recogen los nutrientes del suelo, etc.…Pero detente, para un segundo y piensa: ¿son sólo eso? ¿El símbolo ecologista de “cuida tu entorno”?

Yo no lo veo así. Para mí están llenos de vida, conocimiento… Por eso son mudos a nuestros oídos humanos. No nos revelarán jamás ese secreto que guardan con tanto celo, callarán para siempre los misterios de la naturaleza, almacenados para siempre en la memoria de los anillos y la savia de sus troncos…Pero ellos sí pueden comunicarse, por supuesto. Su voz se la proporciona el viento, que mece sus delicadas hojas y les hace susurrar en ese idioma tan extraño.

Estos seres casi inmortales, están en contacto a la vez con los dos grandes límites del mundo: la tierra y el cielo, la luz y la oscuridad, y de ambos sitios reciben lo único que necesitan para vivir.
Todos los días de su larga vida están destinados a hacer y deshacer siempre lo mismo, como el mito de Ariadna: transforman el dióxido de carbono en oxígeno, para de nuevo, durante la noche, crear de nuevo ese gas. Aunque pienso, que si no tuvieran nada que hacer, sencillamente no estarían aquí. Porque no son solo una máquina de crear oxígeno y darnos sombra, son también la cuna y la casa de miles de otros seres vivos, los testigos de las más bonitas historias de amor, los cimientos para casas de árbol de la infancia de cualquier niño.

En definitiva, el árbol se define en una sola palabra: VIDA.

Este calificativo creo que se ajusta muy bien a su definición, porque de los árboles , de la naturaleza, viene todo, venimos todos y así será y aquí seguirán hasta que ya no seamos, porque cuando muera nuestra memoria, morirán todos ellos.

Antonio Portana EL ÁRBOL

Bueno, una vez comenzada esta redacción, no sé cómo voy a hacerla, teniendo en cuenta que no suelo pensar mucho en los árboles, bueno comencemos hablando de su aspecto. El árbol está compuesto de 3 partes: la raíz, las raíces fijan el árbol al suelo. Las raíces pueden tener una raíz principal, o bien ser numerosas raíces. El tronco sostiene la copa y dispone de una fuerte capa llamada corteza. Hay un centro del tronco más oscuro, el duramen o corazón, contiene células leñosas muertas de donde procede la mejor madera para usar como combustible, y luego unos anillos más claros hacia el exterior, la albura. Entre la albura y la corteza hay una sola capa de células por la que el tronco está creciendo, llamada cambium; se divide a su vez en dos partes: la interior el xilema (albura y duramen) y la exterior corteza interna (floema). Las ramas suelen salir a cierta altura del suelo, de manera que dejan una franja de tronco libre. Las ramas y hojas forman la copa. La copa adopta formas diversas, según las especies, distinguiéndose básicamente tres tipos: la alargada y vertical, la redondeada o la que se extiende de manera horizontal, como si fuera una sombrilla. Las hojas le sirven al árbol para realizar la fotosíntesis las raíces absorben el agua del subsuelo.
Tras ese repaso de ecología por llamarlo de alguna forma, vamos a profundizar un poco, tal vez un árbol sea todo lo que he especificado arriba, pero un árbol también puede tener muchas más cosas, puede ser el lugar donde alguien vaya a soltar sus lágrimas tras un suspenso, o donde tuvo lugar su primer beso, o donde algún inconsciente se refugió de una tormenta, vamos ya para abreviar donde puede tener lugar un torbellino de emociones de todo tipo, quizá para alguien ver un árbol le resulte incluso una estupidez, pero puede ser que para otro le llegue incluso a emocionar.

Antonio Cabalga ALGO DE MÍ

Se podría empezar en la oscuridad...

Vino la luz. Desde aquel momento, empecé a subir poco a poco. No había mucha gente, pero después fueron llegando más y más. Algunas de ellas más cercanas a mí que otras.
No siempre iba tan bien; a veces me aparecía una grieta profunda en la que tenía que tapar o intentar saltarla pero sin hacerme daño.
Bueno, yo ya tengo dieciséis, me empiezo a preocupar, porque algunas de esas personas ya se están marchando. Yo sigo subiendo, pero me temo que voy llegando a la recta final. - ¡Es hora de separarse! – dijeron. Nos costó trabajo pero poco a poco empezamos a separarnos. Un momento difícil, si. Yo intenté coger el camino que creía más apropiado para mí. Tenía miedo a que nunca más los podría ver. Y desde aquí veo sus ramas, algunas más altas que otras, otras se están cayendo y otras ya están dando su fruto. A veces me cruzo con algunas y a otras no las veo desde ese día que nos separamos.

En fin, sé que este árbol no es perfecto, se podría observar desde distintos puntos de vista filosóficos, biológicos, entre otros, pero para mí es único e inigualable: el árbol de mi vida.

Alba Martín LOS ÁRBOLES

                                                                                                       (REDACCIÓN SELECCIONADA)


Para muchos un árbol es una planta perenne, de tallo leñoso, que se ramifica a cierta altura del suelo; el ser vivo más antiguo que existe desde hace miles de años.
Otros solo lo ven como un objeto inanimado, inerte, que no tiene sentimientos y solo forma parte de nuestro entorno para adornarlo.

En cambio algunas personas le dan un significado más especial, su primer beso, aquellas tardes de risas con tus amigos, un lugar donde hacer un picnic, donde te evades leyendo un libro, aquella búsqueda desesperada de un poco de sombra en el duro verano…puede tener significados tan extensos para cada persona, momentos que hallan marcado tu vida siempre quedarán grabados allí.

Por ello debemos de saber valorar y apreciar más lo que nos ofrece la naturaleza, esta que ha estado siempre ahí desde hace millones de años y sin embargo intentamos descifrar lo nuevo, la ciencia, la tecnología, sin acordarnos de que no sabemos comunicarnos con nuestro propio entorno, no sabemos descifrar el lenguaje de los árboles, de los animales, de lo natural en sí.

Para mí un árbol es un amigo muy especial al que valoro mucho, ya que siempre está ahí cuando más lo necesito, es un suspiro de armonía y felicidad, es salir y evadirme de la rutina, del estrés diario, para entrar en un mundo fantástico, lleno de magia, donde se respira aire puro, donde te tumbas sobre la hierba y te mezclas con ésta como si formases parte de ella. Tocar la fronda del árbol y sentir sus grietas como manifestación de todos los años pasados y vividos cuando tu no estabas allí...Todo lo que te puede aportar un árbol, su sabiduría, su paz, la armonía y miles de cosas que de éste emanan.
Me encanta sentarme bajo su copa, cerrar los ojos y escuchar el balanceo de la hojas mecidas por la suave brisa, a veces interrumpida por el canturreo de algún pajarillo que se posa en ellas de repente, ver cómo de sus gélidas hojas caían gotas de rocío en aquel invierno, como se cubría su cuerpo vergonzoso de hermosas flores y como volvían a caer, dejándolo indefenso, en todo su esplendor.

En conclusión un árbol puede ser tu mayor amigo y confidente, puede ofrecerte un mundo de sensaciones nuevas y momentos que guardará en los más profundo de sus raíces, debemos valorar más el regalo tan preciado que nos ofrece: su silencio…

Adina Niculina Fudulu

Aunque el sufrimiento te invada,
tranquila,siempre tendrás alguien que te sirva de apoyo.


Hola, me llamo Mike, soy un árbol y estoy ansioso por contarte mi historia. ¿Quieres oírla?
Aunque hay mucha gente que opina que los árboles no tienen sentimientos yo, en cambio, te digo que no es verdad.
Un árbol es vida. Es un universo de vivencias, de sentimientos e historias. No debemos pensar en un conjunto de sustancias químicas y materia orgánica, debemos mirar más allá de la ciencia.
Sólo te quiero preguntar cuál es la cosa en la que con frecuencia te has apoyado cuando te has caído. Reconócelo, si no hay personas que sean tu punto de apoyo, sólo en la naturaleza encontrarás el apoyo necesario. Mi vida es muy parecida a la tuya; yo también tengo sentimientos como tú. Tengo alegrías, tristezas. En definitiva, lo que me gustaría transmitirte es que me veas como un ser vivo, un refugio en tu tempestad, no como un árbol lleno de ramas y hojas.

Amanda Bogado. ¿Qué es un árbol?

Saludos compañeros, todos en estos momentos nos estamos preguntando lo mismo, pero cada cual tiene su respuesta. Yo sinceramente para no mentiros os diré que por mucho que pueda escribir en esta redacción las preguntas no se me acaban pero aunque no os pueda llevar hacia una respuesta acertada, os contaré como lo veo yo, como es mi realidad.

Un lunes como teníamos previsto en clase, fuimos de excursión a la universidad, donde nos sentaríamos todos juntos alrededor de un ser vivo, una especie de vida muy distinta a la nuestra. Cuando estábamos sentados observando el árbol escuchamos distintas versiones de lo que era aquello. Uno decía que no era lo que veíamos, que algo nos engañaba, otro que cada uno lo ve a su manera aunque tengamos un concepto en común, otro lo describía como si fuese un mundo de fantasía, otro solo veía un conjunto de átomos y otras cosas… En fin, lo que todos pudimos escuchar de boca de nuestros compañeros, pero como se me plantea esta pregunta y el reto de expresar lo que pienso y siento, lo haré con mucho gusto.

Cuando te sientas cinco minutos a mirar un árbol puede que a primera vista solo veas “algo” que está ahí para adornar o para cualquier uso que, posiblemente, no sea el simple hecho de disfrutar de él o el de darle vida a algo más en este mundo. Aunque es una pena no pensar así, estamos acostumbrados a la ignorancia, a ser superiores a todo lo que nos rodea por creer saberlo todo. Yo os pregunto ¿Habéis estado alguna vez una noche en el campo?, pues bien, a lo mejor de día no se aprecia el sonido de sus hojas haciendo ruido pero de noche puede resultar hasta espeluznante, ¿y si tal vez eso signifique algo?, puede que sea un idioma que no llegaremos a comprender nunca, no se sabe, no sabemos ni siquiera si este ser vivo se comunica, no sabemos casi nada. Queremos tenerlo todo, saberlo todo, avanzar tecnológicamente pero en el fondo somos tan tontos al ignorar otras formas de vida que solo se podría decir que "un árbol es una planta de tallo leñoso que se ramifica a cierta altura del suelo". Pero… ¿Qué está pasando con nosotros?, ¿acaso no respiramos lo mismo?, ¿acaso no nos proporcionan frutos y son necesarios para nuestra cadena alimenticia?, aunque me lo pregunte puedo llegar a entender que el no tener nuestros sentidos (o se supone que es así) o al no tener nuestra forma corporal, tienen una desventaja aparente frente a nosotros.

Después de estas reflexiones os definiré al fin que es un árbol a través de mis ojos:

Un árbol es una especie de persona inmóvil, enterrada en el suelo y a la que le gusta mucho la tranquilidad. Se podría describir como un ser mágico, que desprende hermosura para nuestros ojos, tanta es la hermosura que adorna calles y campos en todas sus especies y formas, que nos habla en la más profunda y silenciosa oscuridad. Un ser que en ocasiones parece que alcanza el universo entero, o al menos llega a más  allá de lo que nosotros nos podemos acercar con los pies en el suelo. Un ser que nunca nos haría daño... Sí, mis palabras suenan como las de un poeta, por ello, si sigo me emociono, Quizás por ser tan misterioso para nosotros, se merezca que usemos palabras tan asombrosas y fascinantes. Por todo esto concluyo que un árbol para mi es algo extraordinario de lo que deberíamos presumir en este mundo de ignorantes, y si no queremos ser uno de ellos, más nos vale abrir los ojos y preguntarnos por todo.