"¿Qué es un espíritu cultivado? Es el que puede mirar las cosas desde muchos puntos de vista." Henry F. Amiel

Clemente Rodríguez

Muchos autores son los que han ofrecido sus teorías sobre la existencia de los arboles a través de décadas y décadas, podemos nombra como referencia al idealismo platónico como doctrina que se contrapone al realismo y reduce lo que podemos percibir por medio de los sentidos y que es accesible al mero pensamiento, por lo tanto, para este filosofo un árbol se caracterizaría como nascentes y perecederas, del cual tenemos conocimiento sensible, opinión; de lo que es, de la realidad consistente, podemos alcanzar conocimiento inteligible, ciencia.
Descartes trató de excluir las impresiones y el conocimiento por los sentidos, ya que según él, para llegar a una verdad es indispensable alejarse totalmente de los sentidos, que es precisamente a través de lo que percibimos un árbol, por lo tanto tiene que recluirse únicamente en su interioridad intelectual para así, por medio de la razón, llegar a una verdad y preservarse de error, al buscar la verdad se queda únicamente con la razón.
Emmanuel Kant nos dice que "nuestro conocimiento deriva en el espíritu de dos fuentes fundamentales: la primera es la receptividad de las impresiones; la segunda, la facultad de reconocer un objeto por medio de estas representaciones, por lo tanto el árbol estaría dentro de nuestro conocimiento puesto que ha sido percibido y reconocido, por lo tanto conocido.
Según Hegel el árbol seria un conocimiento conceptual, en el cual yo tengo los conceptos de las cosas (esto serían las ciencias en las que hay un efectivo saber), por lo tanto, sé que es un árbol, porque dispongo del concepto adquirido.
Según aristoteles, el árbol tiene existencia puesto que puede ser percibido a través de los sentidos, nos muestra la realidad de las cosas, es decir, todo aquello que no percibimos no existe, por lo tanto los sentidos son fundamentales para la visión del mundo.
Heidegger se pregunta si cuando estamos frente a un árbol realmente está el árbol que vemos o es un simple producto de nuestra imaginación. También cree que lo que vemos es un árbol científico, un simple concepto, pero que además de esta definición científica debemos tener en cuenta nuestras experiencias con el árbol, lo que nos une a él.

Los árboles fueron y son fuente de inspiración para muchos poetas, los árboles nos enseñan sobre lo que es nuestro paso por la vida y nuestra actitud y esperanza para transitar por ella.


La presencia de los arboles según la poesía nos evoca a lo viejo, lo anciano, lo senil, puesto que su vida es longeva, ve y presencia muchas circunstancias habituales de diferentes personas que pasean por sus alrededores, que lo miran, lo tocan, lo observan, lo hacen suyo, o incluso pasan desapercibido, como si por costumbre ya lo tuvieran en su olvido, sin darles la mas mínima importancia a lo que sus sentidos captan, algo habitual y perenne que durante décadas ha estado situado en el mismo lugar, en la misma calle, en el mismo parque.
Otros como yo lo ven como un posible ecosistema para las aves, que fabrican con mucho tesón sus nidos con el fin de que sus crías nazcan y vivan entre sus hojas y sus ramas, cuando estas aprenden a volar y se hacen mayores se dirigen hacia otro árbol y así sucesivamente, por ello veo los arboles como una creación de vida, como algo fundamental para estos y miles de animales que anidan y viven en ellos.
Un árbol me evoca sentimientos, cuando veo sus hojas caer, cuando escucho ese sonido de pájaros aleteando entre sus ramas, esa brisa que acaricia sus hojas haciéndolas bailar, ese aroma a corcho viejo que me hace sentir nostalgia y recordar esos momentos de invierno junto a la chimenea. Y.. ¿Qué pasa cuando ves un árbol y estás enamorado? Que te gustaría sentarte bajo su sombra en una tarde de primavera y sentir ese olor fresco que alimenta la tranquilidad que estás viviendo en ese momento, que te tumbas y ves el cielo a través de sus hojas y se enlazan dos colores el verde y el azul, y sientes como el tiempo no pasa, se para en ese mismo momento en el que piensas en lo maravillo que es sentir, y lo magnifico y perfecto que puede ser el mundo tumbado frente a un árbol.

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